Hoy fue mi "día de padres", un día que dedico mi tiempo a visitar a mis padres ancianos y ayudarlos en lo que sea necesario, como hacer trámites, comprar medicamentos, resolver temas que necesitan paciencia. Realmente lo hago con mucho gusto, creo que cuidar de nuestros mayores y honrarlos viene de parte de Dios, y tal vez sea ese el motivo por el cual no me molesta esperar más de una hora hasta que me atiendan en algún sitio al que voy por ellos.
Al llegar a casa leí este versiculo: Bríndense apoyo, por amor, los unos a los otros (Efesios 4:2 TLA). Me quedé reflexionando sobre él, y descubrí algunas perlas:
. Bríndense apoyo: es un mandato de Dios. El no está dando opciones, sino que nos manda a darnos a los demás incondicionalmente y a ofrecer nuestro apoyo. Esto es agradable ante los ojos de Dios, porque El mismo nos lo pide.
. Por amor: ayudar a otros está motivado por el amor. No por el interés, no por obligación, no por ninguna otra causa, solamente, por amor. Así como Cristo nos amó y se dio a sí mismo por nosotros, ahora nos toca a nosotros darnos a los demás inspirados en ese amor perfecto.
. Los unos a los otros: ¿a quiénes debemos ayudar? El Señor dice los unos a los otros, habla entonces de una ayuda mutua, no a una persona en particular. Y esa ayuda es de ida y vuelta. Ayudas a otros, eres ayudado por otros. Como te contaba antes, hoy ayudé a mis padres, pero he perdido la cuenta de cuántas veces ellos me ayudaron a mi. Unos a otros.
Que cada día podamos ser imitadoras de Dios y ayudarnos mutuamente en amor. Siempre hay alguien que necesita una mano extendida con amor.