Querida Amiga:
Estuve pensando mucho en tus hijos en estos días, y espero que puedan llevarse bien y ser felices lo antes posible, como toda madre desea para cada uno de sus hijos.
Dios conoce cada una de las pruebas que estás viviendo, más que nadie. Creo que ninguna persona puede saber lo que estás sintiendo, lo que estás pasando, el dolor que te causa… pero Jesús sí. Trato de ponerme en tu lugar, y creo que llevas una carga pesada. Por eso quiero decirte que no estás sola en esto, que Dios te ama profundamente y ve cada lágrima que tus ojos derraman, y escucha cada oración que hacés. El es tan fiel, y te promete que ninguna de sus Palabras va a volver vacía y que sus promesas son sí y amén.