Estamos ansiosos por lo nuevo que traerá el nuevo año, ansiosos por los nuevos desafíos, preocupados por lo que queremos resolver antes que se termine le año, o por aquellas cosas que sabemos quedarán pendientes.
Tal vez también esta ansiedad se traslade a tu lado espiritual. "Este año voy a comenzar con un plan para leer la Biblia entera en el plazo del 2016", o "En el 2016 comenzaré cada día con una oración larga, una lectura bíblica y una reflexión personal"... Algunas metas son buenas y sin lugar a dudas Dios quiere que progresemos y que aprendamos cada día más de Él, que logremos conocerlo un poco cada nuevo amanecer.
Dios es con frecuencia más paciente con nosotros que nosotros con nosotros mismos. Damos por sentado que si caemos, no somos nacidos de nuevo. Si tropezamos, es que no estamos realmente convertidos. Si aún abrigamos los viejos deseos, es que no somos una nueva criatura.
Si estás ansioso con respecto a esto, por favor, recuerda que «el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1.6).