Clamo a Dios; sí, a gritos; ¡oh, si Dios me escuchara! Cuando estaba en graves dificultades, busqué al Señor. Toda la noche oré con las manos levantadas hacia el cielo, pero mi alma no encontró consuelo. Pienso en Dios y gimo, abrumado de tanto anhelar su ayuda.
Así es como el salmista comienza el Salmo 77.
Pero el salmista no se detiene allí. Él recuerda la fidelidad más allá de Dios, recuerda a sí mismo del carácter de Dios, y recuerda que los métodos de Dios no siempre son visibles.
Así que la próxima vez que nos sintamos abandonadas y nada ayuda, podemos seguir el ejemplo del salmista:
►Escribe maneras en que Dios ha ayudado y guiado en el pasado.
►Pondera el carácter de Dios: fiel, amoroso, santo, bueno, justo, cariñoso, que todo lo sabe, perfecto.
►Vuelve a leer el relato del Mar Rojo (Exodo 14) y te darás cuenta de cómo estuvieron las cosas desesperadas hasta el punto en que Dios reveló sus huellas.
Y si estamos desanimadas o no, es una buena idea memorizar esta línea:
"En el mar estaba tu camino, y tus sendas en las aguas inmensas, y no se conocieron tus huellas." Salmo 77:19 BDLA