Algunos dicen que las oportunidades son escasas en su iglesia, por lo que se han aventurado en el mundo de las citas en línea. Otros han lanzado para arriba sus manos en la desesperación, preguntándose si hay chicos cristianos decentes dejados en algún lugar. Han empezado a preguntarse si deben bajar sus estándares con el fin de encontrar una pareja.El consejo de Grady es este: No se conforme con menos de lo mejor de Dios. Demasiadas mujeres cristianas de hoy han terminado con un Ismael, porque la impaciencia les empuja en un matrimonio infeliz.
Vivir felices para siempre?
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Todo matrimonio tiene un desafío al pasar del tiempo: mantener el gozo del noviazgo después del matrimonio.
Algunas parejas sienten esto como un gran desafío debido a la falta de tiempo, a las exigencias del trabajo, a la atención que deben compartir entre cónyuges e hijos, las tareas del hogar y las responsabilidades en la comunidad donde residen y de variada índole.
Sin embargo, es posible “vivir felices para siempre” en un ambiente armonioso si ambos cónyuges se esfuerzan por cooperar mutuamente y crear tiempo para hallar la felicidad plena en sus familias. A continuación describiré cinco ideas para mantener el gozo que perdura:
Conoce qué es la "sumisión" en el matrimonio
“Porque yo también soy hombre bajo autoridad.”
Cuando escuchamos estas palabras, sobre todo si sabemos que primero les habló, es probable que no pensemos: "Felpudo, fácil de convencer, víctima."
Este individuo sumiso era un centurión romano que vivía en Palestina durante la época de Cristo (Lucas 7:8). Un centurión era un soldado profesional que ganaba más de diez veces el sueldo de los soldados típicos. Y la mayoría de los centuriones eran dignos de cada denario. Los centuriones eran líderes valientes en la batalla; su rango normalmente sufrió desproporcionadamente un alto número de víctimas de la guerra. Este centurión particular, fue también un colaborador comprometido de Cristo. Reconoció la autoridad incomparable de Jesús y le presente la vida de uno de sus queridos sirvientes, que estaba gravemente enfermo. De él, Jesús dijo a la multitud: “Os digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande.”(Lucas 7:9). El centurión estaba en sumisión también.