Algunos días parecen carecer de todo propósito y motivación.
- no dejes que la rutina acabe con tu vida - |
Es posible que en uno de esos, te sientas como este hombre:
“Cuando desperté esta mañana, me dije a mí mismo que éste sería un día igual que los demás. Y así fue. Abordé el mismo tren, como cada mañana. Leí los mismos comentarios en el periódico, sobre cierta situación internacional que nunca cambia. Encima de mi escritorio encontré el mismo montón de documentos por revisar.
Todas las personas se ven igual que siempre, incluso mi supervisor. Llevan en sus rostros la misma falta de expresión, la cual es un reflejo de que nada nuevo sucederá hoy. A la hora del almuerzo, comí lo de siempre. Regresé a mi escritorio hasta las cinco de la tarde, y luego me dirigí a casa, convencido que mañana todo comenzará de nuevo otra vez.
Todas las personas se ven igual que siempre, incluso mi supervisor. Llevan en sus rostros la misma falta de expresión, la cual es un reflejo de que nada nuevo sucederá hoy. A la hora del almuerzo, comí lo de siempre. Regresé a mi escritorio hasta las cinco de la tarde, y luego me dirigí a casa, convencido que mañana todo comenzará de nuevo otra vez.
Dios, estoy cansado de todo esto. Mi anhelo era que todo fuera diferente por completo. Yo había soñado que algún día disfrutaría de una vida activa y emocionante. Nunca llegaré a ser más de lo que soy. Eso fue un sueño”.
Si comienzas a experimentar este tipo de fatiga y aburrimiento, ¡es tiempo de tomar un descanso! Estos síntomas de desgano y apatía pueden llevar a una depresión, y ésta es algo que impedirá el disfrute de la vida plena que Dios tiene planeada para ti.
Para vencer la fatiga, el aburrimiento y la depresión, debes acudir de inmediato al Señor y rogar por un cambio de actitud, por fuerza y sabiduría. Admite tu insatisfacción y frustración, sé honesto. ¡De todas formas Él conoce todo sobre ti!