Gracias, Señor, porque aunque no soy perfecta, Tú me llamaste… Sé que tu llamado no se fundamenta en mi perfección, sino en tu gracia infinita…
Si algún mérito tengo es haber aceptado diciéndote: “Sí Señor, acepto el llamado y el reto que éste representa”. Creo que algo pusiste en mí que será usado para tu gloria y tu honra… Estoy segura que tú empezaste una buena obra en mí y me irás perfeccionando.