Para ti que buscas una guía de cómo hacer tu devocional diario,
Pensando en lo que pensamos...
La Biblia presenta instrucciones detalladas sobre la clase de cosas en las que debemos pensar. Puedes ver en Filipenses 4:8 que se nos enseña que debemos pensar en cosas buenas y edificantes, y no en cosas destructivas. Nuestros pensamientos sin duda afectan nuestras actitudes y nuestro estado de ánimo. Todo lo que el Señor nos dice es para nuestro propio bien. Él conoce qué es lo que nos hace felices y lo que nos pone tristes.
Cuando las personas se llenan de malos pensamientos, se sienten mal, y he aprendido por experiencia personal que las personas deprimidas terminan deprimiendo también a los demás. Haz en forma regular un inventario personal y pregúntate: "¿En qué he estado pensando?". Tómate un tiempo para examinar los pensamientos que ocupan tu mente habitualmente.
Cuando las personas se llenan de malos pensamientos, se sienten mal, y he aprendido por experiencia personal que las personas deprimidas terminan deprimiendo también a los demás. Haz en forma regular un inventario personal y pregúntate: "¿En qué he estado pensando?". Tómate un tiempo para examinar los pensamientos que ocupan tu mente habitualmente.
Un amor sin límites
Quizás no sea racional, pero sinceramente pensaba que si me esforzaba mucho podía hacer que Dios me amara más. No decía esas palabras en voz alta y jamás habría admitido que lo sentía. Pero en lo más profundo de mi interior, esa era precisamente mi actitud.
Podría echarle la culpa de eso a mi niñez, cuando nunca pude agradar a mi padre. Pasé muchos de mis años de adulta tratando de agradar a papá, y seguí haciéndolo incluso después de su muerte. Supongo íntimamente que fue una forma de transferencia de cómo interpretaba a mi padre terrenal lo que eché sobre mi Padre celestial. Hasta diré que la mayoría de nosotros lo hace.
Podría echarle la culpa de eso a mi niñez, cuando nunca pude agradar a mi padre. Pasé muchos de mis años de adulta tratando de agradar a papá, y seguí haciéndolo incluso después de su muerte. Supongo íntimamente que fue una forma de transferencia de cómo interpretaba a mi padre terrenal lo que eché sobre mi Padre celestial. Hasta diré que la mayoría de nosotros lo hace.
¿Confraternizas con Dios o con tus problemas?
Si no quieres ser desolada por el desánimo, entonces no pienses en tus desilusiones. ¿Sabías que tus sentimientos están ligados a tus pensamientos? Si no crees que esto es cierto, solo toma veinte minutos y piensa nada más que en tus problemas. Te aseguro que al final de esos veinte minutos tus sentimientos — y hasta tu semblante — habrán cambiado. Té sentirás deprimida, airada o molesta. Pero tu situación no ha cambiado en lo absoluto.
Por eso es que puedes ir a la iglesia, cantar himnos, escuchar sermones y entonces salir con el mismo espíritu negativo y la misma perspectiva con la que saliste de tu casa. Es porque te sentaste en la iglesia y te pusiste a pensar en tus problemas y no en el Señor.
¿Con quién confraternizas?
¿Confraternizas con Dios o con tus problemas?
Una mañana me levanté con mi mente llena de pensamientos acerca de mis problemas. De repente el Espíritu Santo me habló y supe por el tono de su voz que estaba molesto conmigo. Me dijo: “¿Joyce, vas a confraternizar con tus problemas o conmigo?”. Entonces Él continuó diciéndome lo que le estoy diciendo a usted: No medite en sus desilusiones. A veces eso es un poco difícil entender esto porque el diablo trata fuertemente de hacernos pensar que somos los únicos que tenemos una situación tan difícil. Eso no es verdad.
Una vez alenté a mi hija de gran manera porque me senté con ella y le compartí lo que mi vida había sido desde los dieciocho hasta los veintitrés años de edad. Cuando terminé de hablar ella se sintió bendecida por la vida que había tenido. Como a todos los demás, a ella le habían sucedido cosas inoportunas una que otra vez, pero por años y años mi vida fue un largo y terrible desastre.
Por ejemplo, le dije que para la época en yo tenía dieciocho o diecinueve años de edad me encontré muchas veces sentada en una casa de alojamiento en Oakland, California, tres mil millas lejos de mi casa, sin automóvil, sin televisión, sin teléfono y sin nadie para cuidarme. Le conté que todas las noches me sentaba a escribir poemas tristes y tenía lástima de mí misma. Al día siguiente me levantaba y me iba a trabajar, solo para regresar a lo mismo. “Gracias a Dios que tienes una buena familia, un buen trabajo, un buen hogar y un buen automóvil”, le dije, “porque yo no tuve nada de esas cosas”. Cuando terminé de contarle mi historia, ella se sentía alentada y entusiasmada con sus futuros planes y prospectos.
Por eso es que puedes ir a la iglesia, cantar himnos, escuchar sermones y entonces salir con el mismo espíritu negativo y la misma perspectiva con la que saliste de tu casa. Es porque te sentaste en la iglesia y te pusiste a pensar en tus problemas y no en el Señor.
¿Con quién confraternizas?
¿Confraternizas con Dios o con tus problemas?
Una mañana me levanté con mi mente llena de pensamientos acerca de mis problemas. De repente el Espíritu Santo me habló y supe por el tono de su voz que estaba molesto conmigo. Me dijo: “¿Joyce, vas a confraternizar con tus problemas o conmigo?”. Entonces Él continuó diciéndome lo que le estoy diciendo a usted: No medite en sus desilusiones. A veces eso es un poco difícil entender esto porque el diablo trata fuertemente de hacernos pensar que somos los únicos que tenemos una situación tan difícil. Eso no es verdad.
Una vez alenté a mi hija de gran manera porque me senté con ella y le compartí lo que mi vida había sido desde los dieciocho hasta los veintitrés años de edad. Cuando terminé de hablar ella se sintió bendecida por la vida que había tenido. Como a todos los demás, a ella le habían sucedido cosas inoportunas una que otra vez, pero por años y años mi vida fue un largo y terrible desastre.
Por ejemplo, le dije que para la época en yo tenía dieciocho o diecinueve años de edad me encontré muchas veces sentada en una casa de alojamiento en Oakland, California, tres mil millas lejos de mi casa, sin automóvil, sin televisión, sin teléfono y sin nadie para cuidarme. Le conté que todas las noches me sentaba a escribir poemas tristes y tenía lástima de mí misma. Al día siguiente me levantaba y me iba a trabajar, solo para regresar a lo mismo. “Gracias a Dios que tienes una buena familia, un buen trabajo, un buen hogar y un buen automóvil”, le dije, “porque yo no tuve nada de esas cosas”. Cuando terminé de contarle mi historia, ella se sentía alentada y entusiasmada con sus futuros planes y prospectos.
Tu futuro es hoy
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hacedoras.blogspot.com |
Me gusta esta frase: ¡El mayor regalo que puedes darle a tu familia y al mundo que te rodea es estar saludable! En esta época se presta mucha atención a la apariencia: qué vistes, cómo está tu cabello, tu maquillaje, el tipo de coche que conduce, la casa donde vive, incluso el tipo de ordenador que tiene. Pero usted puede parecer genial por fuera y estar completamente destrozado por dentro. Eso me pasaba a mí. Cada día me vestía e iba a trabajar y a la iglesia; pero por dentro, mi mente, emociones y actitudes eran un desastre.
La Biblia dice que Jesús vino para darnos salud integral: de espíritu, alma y cuerpo. Quiere sanar cada parte de nosotros, porque Él está “en” la plenitud. Quiere recuperar todo lo que habíamos perdido por el pecado, la ignorancia, los ataques del enemigo y el maltrato de otros. Presta atención: Dios es un Dios de restauración.
Durante años fui cristiana pero no sabía esto. No entendía que Dios se interesaba por mi mente, mis emociones, mis finanzas, mi vida social: cada parte de mí y mi vida entera. Mi actitud era: “Si sólo pudiera atravesar esto y sobrevivir hasta que me vaya al cielo....” Pero Jesús vino a salvar no sólo a los que estaban perdidos, sino también a lo que estaba perdido.
Quiero que entiendas realmente esto: El reino de Dios no es meramente un viaje hacia el cielo. Consiste en que sepas quién eres en Cristo y tengas la justicia de Dios, su paz y su alegría mientras transitamos este viaje aquí en la tierra.
El primer paso hacia la plenitud es simple: Sólo tenemos que ir a Jesús y entregarle nuestro corazón. Él nos toma tal como estamos y comienza a viajar hacia la plenitud con nosotros.
Aunque el principio es simple, el viaje no siempre es fácil. Me doy cuenta de que este mensaje sobre la plenitud no es para timoratos. En obediencia a Dios, deberás hacer cosas que no te apetece hacer, que resultan difíciles; y te sentirás tentada a poner excusas para no hacerlas. Pero cuando desobedecemos a Dios, estamos jugando con nuestro futuro.